«Una torta a tiempo previene muchos problemas», hablemos de las consecuencias de la violencia hacia los niños

«Una torta a tiempo previene muchos problemas» “mi padre me daba una cachetada de vez en cuando y no me pasó nada”… son algunas de las frases que escuchamos día a día y que muchas personas defienden. La realidad es que son frases que encierran muchísimas consecuencias negativas.

La infancia es una etapa crucial en el desarrollo humano, donde se forjan las bases de la personalidad, la autoestima y la salud mental. Los niños dependen en gran medida de un entorno seguro y afectuoso para florecer emocionalmente, y cualquier forma de violencia ejercida por los padres puede dejar cicatrices profundas y duraderas en su bienestar psicológico. Incluso la violencia aparentemente «leve» puede tener efectos perjudiciales a largo plazo en los niños.

La violencia ejercida por los padres abarca una amplia gama de comportamientos, que van desde la violencia física y el abuso verbal hasta la negligencia emocional. Incluso las discusiones constantes y los conflictos no resueltos pueden crear un ambiente tóxico en el hogar, que afecta profundamente a los niños.

Las consecuencias inmediatas

Cuando los niños son testigos de violencia o son víctimas de ella, pueden experimentar una serie de respuestas inmediatas, como miedo, ansiedad, confusión y tristeza. A menudo, estos niños se sienten atrapados en un ambiente lleno de tensión y conflictos, lo que puede obstaculizar su capacidad para concentrarse en el colegio, de relacionarse con sus iguales y los adultos  y de afrontar situaciones cotidianas (ya que muchas veces lo hacen con miedo e inseguridad).

Las consecuencias a largo plazo

Lo que hace que la violencia parental sea especialmente perjudicial son las consecuencias a largo plazo que puede tener en el bienestar psicológico de los niños. Estas consecuencias pueden persistir hasta la edad adulta e influir en la calidad de sus relaciones y su salud mental. Algunos de los efectos más comunes incluyen:

  • Problemas de salud mental: Los niños expuestos a la violencia en el hogar tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático en la adultez.
  • Problemas de comportamiento: La agresión, la impulsividad y la conducta delictiva son más comunes en niños que han experimentado violencia en el hogar.
  • Dificultades en las relaciones: Los niños que han presenciado la violencia pueden tener dificultades para establecer relaciones saludables y seguras en la edad adulta, lo que puede afectar su capacidad para formar relaciones amorosas y duraderas.
  • Baja autoestima: La violencia parental puede socavar la autoestima de los niños, haciéndolos sentir indignos o culpables. Esto puede llevar a problemas de imagen corporal y confianza en sí mismos.
  • Replicación del patrón: Los niños que han sido testigos de violencia en el hogar pueden ser más propensos a reproducir ese patrón en sus relaciones adultas o en la crianza de sus propios hijos.

La violencia «leve» también causa daño

Es importante destacar que la violencia «leve» no debe minimizarse ni pasarse por alto. Los efectos negativos en los niños no dependen únicamente de la gravedad de la violencia, sino también de la percepción del niño y de su incapacidad para comprender y procesar adecuadamente la situación.

La importancia de la intervención y el apoyo

Para mitigar las consecuencias de la violencia parental, es esencial la intervención temprana y el apoyo adecuado para los niños afectados. Los profesionales de la salud mental y los trabajadores sociales desempeñan un papel fundamental en la identificación y el tratamiento de estos casos. Además, es vital proporcionar un entorno seguro y afectuoso para que los niños se recuperen y reconstruyan su confianza en sí mismos y en las relaciones.

En conclusión, la violencia parental, incluso la que puede parecer «leve», tiene consecuencias profundamente perjudiciales a largo plazo en el bienestar psicológico de los niños. Por eso debemos evitar emitir ese tipo de frases que normalizan la violencia. Romper este ciclo de violencia y proporcionar apoyo a los niños afectados es esencial para garantizar un futuro más saludable y feliz para las generaciones venideras. La sociedad tiene la responsabilidad de crear conciencia sobre este problema y trabajar para prevenirlo y abordarlo de manera efectiva.

 

Bibliografía consultada:

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Aroca, C., Lorenzo, M., y Miró, C. (2014). La violencia filio-parental: un análisis de sus claves. Anales de Psicología/Annals of Psychology, 30(1), 157-170.

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Pereira, R. (2011). Psicoterapia de la violencia filio-parental. Ediciones Morata.

Pereira, R., y Bertino, L. (2009). Una comprensión ecológica de la violencia filio-parental. Violencia familiar, 226.