- Entiende que se trata de una manera de funcionar que es distinta a lo que es habitual. Por tanto, lo primero que debes interiorizar es que tu hijo/a no es una persona “minusválida” o “rara”. De hecho, hemos cambiado este concepto y por ello actualmente hablamos de diversidad funcional, ya que este término abarca a todas aquellas formas de funcionar distinta a lo típico (incluso las Altas Capacidades Intelectuales).
- No seas condescendiente ni trates de que tu hijo/a viva en una burbuja. Hay muchos padres y madres de hijos con diversidad funcional que caen en el error de sobreprotegerlos. Las consecuencias de sobreproteger a los niños y niñas llevan a que éstos no desarrollen adecuadamente la tolerancia a la frustración, tengan un bajo sentido de responsabilidad, adopten conductas “infantiles” para su edad, tengan una autoestima baja y muy poca seguridad en sí mismos, muestren un bajo nivel de autonomía o que, incluso, desarrollen actitudes excesivas y limitantes de miedo.
Por todo ello, es muy importante que trates a tu hijo/a conforme a la edad que tiene y a lo que sus circunstancias y características le permitan.
- Todos los niños/as necesitan afecto, confianza, normas y comunicación… los niños con diversidad funcional también. Si tienes varios hijos debes aplicar las mismas normas a todos ellos (siempre ajustándose a su edad y a sus características idiosincráticas). Si tu hijo sin diversidad funcional con 5 años recoge la mesa, tu hijo sin diversidad funcional también debe hacerlo (si tiene movilidad reducida, lo adaptamos a sus posibilidades).
- Es normal que tengas miedo con respecto al futuro. Sin embargo, debes saber que actualmente una persona con diversidad funcional puede tener una vida perfectamente adaptada e integrada en sociedad: realizar ciclos formativos, carreras universitarias, tener un buen puesto de trabajo, tener una vida autónoma e independiente, tener amigos, viajar… Todo ello va a depender de las oportunidades que tú como padre o madre le brindes. Recuerda que si tú no crees en tu hijo/a ni en sus posibilidades, resulta prácticamente imposible que él mismo crea en ellas.
- Fórmate todo lo que puedas acerca de la condición de tu hijo/a. Esto no significa que tú te conviertas en un profesional del sector, ya que para eso tienes a tu disposición a infinidad de terapeutas, psicólogos, educadores, pedagogos, logopedas… que te pueden asesorar y que, por supuesto, van a ser los que van a intervenir con el niño/a. No obstante, leer información y recibir asesoramiento de dichos profesionales te va a dar más seguridad a ti como padre/madre y te va a ayudar a entender mejor a tu hijo/a. Siempre teniendo en cuenta que cada niño/a tiene su personalidad propia y que una etiqueta no define lo que es. Sin embargo, sí que nos puede dar conocimiento general de su funcionamiento.
- Busca actividades en grupo que incluyan diversidad de personas. Los seres humanos somos seres sociales y necesitamos una actividad relacional. Es por ello que es aconsejable que realices actividades en grupo siempre que se pueda. Pero no hablamos únicamente de actividades compartidas con personas que tengan la misma diversidad funcional que tu hijo/a. No se trata de que los niños conozcan únicamente una realidad. Es muy importante que éstas actividades sean realizadas con todo tipo de personas: con su misma diversidad funcional, con otra diversidad o con personas sin diversidad. Es realmente en estos contextos en los que el niño/a va a desarrollar mucho mejor sus habilidades sociales y personales.
- Tu hijo no es una etiqueta y no se amolda a todas las características de su condición. Cada ser humano es único e irrepetible y tu hijo/a también. Es importante que no centres todo lo que sucede en la diversidad que tiene. Sí que es cierto que va a tener unas características en común a las personas que tienen su misma diversidad, sin embargo, va a tener cientos de características más que no van a ser las que su condición plantea. Conócele y dale a conocer al margen de esa diversidad.
- No tengas en cuenta el miedo al rechazo. Es normal que exista este miedo en ti, y sobre todo, ese miedo a que los demás le hagan daño o le excluyan. Da por hecho que esto no tiene porqué ser diferente a los niños sin diversidad funcional. Un niño puede recibir rechazo tenga diversidad o no la tenga. Es por eso que lo más importante es tener claro que si se diera este rechazo en el colegio o en una actividad extraescolar, rápidamente debe ser resuelta por las autoridades a las que le competan. Es decir, si el niño/a recibe rechazo en el cole, deben solucionarlo los profesores y el equipo directivo.
Básicamente lo que debes entender es que, aunque exista este miedo, no es algo que vayas a resolver previendo dicho miedo. Lo que debes tener presente es que si se diera el caso, se resolverá en el momento que te toque resolverlo… ¡no puedes preocuparte por algo que aún no existe!
Y por otro lado, es muy importante que el niño/a entienda que no tiene porqué gustarle ni ser gustado por todo el mundo. Que van a haber personas que no quieran tener relación con él/ella. Y no pasa nada, no es un problema. Enséñale a tu hijo/a que no debe estar siempre contento ni gustarle a todo el mundo.
- Las terapias necesitan constancia e implicación familiar. Si tu hijo tiene diversidad funcional muy probablemente necesite intervención terapéutica de algún tipo: psicología, pedagogía, logopedia, terapia ocupacional, fisioterapeuta… Es esencial que dichas terapias tengan constancia y regularidad, ya que desgraciadamente (o no) los cambios en todo aquello que es conductual o actitudinal no se ven de un día para otro, y puede que ni de unos meses para otros… Este es un proceso largo y que va a depender de cómo el niño/a responda, y de cómo tú también respondas.
Muchas veces pensamos que son los niños/as los únicos que deben recibir terapias. Y no, no es así. Los padres y madres necesitan implicarse en todo ese proceso porque de nada vale que vaya dos horas a la semana a terapia si el resto de las horas en casa no aplicamos los consejos y recomendaciones de los terapeutas. Recuerda, la implicación familiar es esencial en el proceso terapéutico.
- Y por último, si te caes (porque te va a pasar muchísimas veces) no te tortures, solo piensa que quizá debes descansar un rato y volver a levantarte. El día a día es muy duro siendo adulto sin hijos, más aún siendo adulto con hijos y más aún siendo adulto con hijos con diversidad funcional que plantean unos retos diferentes. Y por eso es perfectamente normal que un día decaigas, que no sientas ganas y que creas que todo lo que haces no vale la pena. Pero, de verdad, convéncete de que sí está valiendo la pena. Que es normal que te frustres. Que es normal que pierdas la paciencia. Pero ten en cuenta que tras ese bache, debes levantarte y seguro que lo harás con más fuerza