Este artículo que comparto contiene los aspectos más importantes para la correcta educación emocional de nuestros hijos. Son las claves del trabajo terapéutico en reconocimiento y gestión emocional.
Antes de entrar en materia te voy a aclarar qué son las emociones.
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que surgen ante un estímulo. Hay cinco emociones básicas:
- Alegría
- Tristeza
- Miedo
- Asco.
Que sean básicas significa que todos los seres humanos las tienen de forma instintiva, sin importar la cultura a la que pertenezcamos.
Parece sencillo. Emociones y reacciones. Sin embargo, no lo es en absoluto. Hay un problema muy básico en el correcto manejo emocional de los niños (y en los adultos también, para qué nos vamos a engañar); y es en este problema en el que radican gran parte de las dificultades que acarrean impulsividad y bajo autocontrol.
¿Cuál es este problema? Estamos empeñados en negarnos sentir tristeza, miedo o enfado. Pensamos que sentir estas emociones está mal y que debemos evitarlas. Creemos que siempre nos debemos sentir alegres y pletóricos para ser felices. Y no, no es así. La felicidad no es un rasgo ni algo constante. Y felicidad no es sinónimo de alegría. La alegría es una emoción más. Placentera, sí, pero una emoción más. Y es sobre esta idea que entramos en la primera recomendación:
No hay emociones positivas ni negativas
No existen las emociones malas. Todas las emociones nos ayudan a sobrevivir. El miedo nos hace activar mecanismos de huida ante un peligro. El enfado nos activa para hacer valer nuestros derechos. La tristeza nos ayuda a parar y coger fuerzas para aceptar lo que ha pasado y reactivarnos superando una pérdida o un evento doloroso. El asco nos protege de tomar algo que puede sentarnos mal o incluso causarnos la muerte. Y la alegría nos ayuda a sentir bienestar y a acercarnos a los demás.
Es de suma importancia que tengamos clara esta idea y que sea la idea que le transmitamos a nuestros hijos, ya que es esta la idea en la que trabajamos duramente en terapia.
¿En qué se traduce esto? En que no tenemos que proteger a nuestros hijos de la tristeza o el enfado. No debemos negarles que sientan esas emociones ni juzgarles por sentirlas.
Si tiene un enfado muy grande por algo que ha perdido o porque le hemos quitado algo que quería, debemos entender que es normal que se enfade. Y debemos acompañarle en ese enfado. Eso NO significa que si su enfado se da de forma tóxica (es decir, haciéndose daño a sí mismo o a los demás) aplaudamos su reacción. Se trata de validar su emoción y de enseñarle una alternativa sana de vivir esa emoción.
En terapia trabajamos mucho con la técnica del semáforo. ¿Qué es? Se trata de incentivar que sientan que tienen en su mente un semáforo que va a encender la luz roja cada vez que sientan enfado, tristeza o miedo. Que este semáforo se encienda significa que deben parar, porque todo lo que van a hacer estando enfadados o teniendo miedo es algo sin razonar lo suficiente, es impulsivo, y obviamente nos podemos arrepentir y hacer daño a los demás.
Sería bueno que cuando se enfaden o sientan miedo les invitemos a encender este semáforo de su cabeza.
También es súper importante invitarles a respirar correctamente.
La respiración es un aspecto fundamental, ya que cuando nos enfadamos o sentimos miedo, la respiración suele estar muy acelerada. Y si los niños regularizan su respiración, su cerebro recibe la idea de que realmente no hay ningún peligro, y comienzan a relajarse.
A continuación, enseño un ejemplo de vídeo para saber cómo respirar correctamente
⏯️ Haz click aquí: https://www.youtube.com/watch?v=tA2kT8eSjtg
Por otro lado, en terapia trabajamos la relajación progresiva de Jacobson. Se trata de una relajación muscular en la que los músculos se van a tensar para luego destensarse y conseguir así una mayor relajación.
Cuando sentimos las emociones, no razonamos de forma adecuada.
Hay que hacerle entender a los niños que si tomamos decisiones estando enfadados, tristes o temerosos, muy probablemente esas decisiones no sean acertadas. Sobre todo, si la intensidad emocional es muy elevada.
En terapia recalcamos la idea de que la reacción emocional va a subir y pensamos solo en base a esa emoción. Pero luego, esa reacción emocional va a bajar. No va a mantenerse así todo el tiempo. Pues bien, debemos esperar a que esa emoción comience a ser menos intensa y que nos sintamos más relajados para poder tomar acción.
A continuación, te enseño de forma visual lo que te acabo de explicar. Le podemos enseñar el dibujo al niño y explicarle: “estás enfadado, lo entiendo, no es malo estarlo. Pero tienes que saber que ese enfado, más tarde o más temprano, va a pasar. Si intentamos relajarnos juntos, pasará antes. Es muy importante que sepas que no debemos tomar ninguna decisión en estos momentos, ya que nos podemos arrepentir. ¿Por qué? Porque no estamos pensando de forma adecuada, es el enfado el que habla por ti”.
“Cada uno, en su universo, siente su dolor como algo inmenso”. Esta es una frase que me gusta mucho de una canción de Bebe: «respirar». Esta frase entraña muchas cosas y es súper significativa. La idea es hacerles ver a los niños que cada persona vive las emociones de manera distinta y que lo que para mí es importante, para la otra persona quizá no lo sea. Se trata de ir inculcando en ellos la gran y poderosa capacidad de la empatía.
Y esta idea también es muy importante para ti como padre o madre. Debes tener en cuenta que jamás debes invalidar las emociones de tus hijos: “no te pongas así, eso es una tontería”. No. Debemos acompañar a nuestros hijos en sus emociones y ayudarles a que se conozcan a ellos mismos y conozcan cómo sus emociones influyen sobre ellos. Pero no se trata de enseñarles cómo emocionarse o sobre qué emocionarse.
Las emociones no tienen edad.
Abandona esa antigua idea de que los niños cuando cumplen x edad no deben llorar. Llorar es una reacción emocional relacionada con la tristeza, la alegría, el miedo… Si incitamos a nuestro hijo a que no lo haga, esa reacción emocional va a convertirse en otra cosa; puede ser insultar, pegar, dar golpes, adoptar pensamientos obsesivos… Dejemos fluir esa reacción emocional y que su mismo sistema madurativo vaya regulando dichas emociones como mejor le resulten.
Evita las frases de: “no llores” “no seas bebé”.
¿Cuándo se convierten en patológicas las emociones? La tristeza, como te explicamos en el primer punto, no es un problema. Sí lo es la depresión. El miedo no es un problema, sí lo es la fobia. El enfado no es un problema, sí lo es la violencia.
Las emociones se convierten en patológicas por muchísimos factores. Uno de ellos es convivir en un entorno que rechace esas emociones. Como te decía en el punto 1, deja fluir las emociones, ya que no hay emociones buenas o malas.
Eso sí, si ves que en algún momento las emociones de tu hijo se han vuelto patológicas, sí debes actuar y buscar ayuda profesional para ese problema en concreto.
Sé el mejor ejemplo para tu hijo. Parece algo muy básico. Pero es más cierto que que el cielo es azul. Tu hijo necesita ver en ti esta correcta gestión emocional. Si ve que vives tus emociones de forma sana, ellos casi sin quererlo, van adoptando tu gestión emocional como la suya propia.